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“Traditionis custodes” / Tres preguntas a monseñor Nicola Bux. “Un Papa no puede disponer de la liturgia como si fuera un asunto propio”.

Monseñor Nicola Bux contesta tres preguntas sobre el motu proprio Traditionis custodes

Las tres preguntas a Mons. Nicola Bux las encontramos en el blog de Aldo Maria Valli.  Traducción de Secretum Meum Mihi.

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¿Puede explicar en términos simples cuál es el objetivo del nuevo documento?

El objetivo declarado es la unidad de la Iglesia, que estaría amenazada por la contestación frente al Concilio Vaticano II. Pero la contestación de un concilio ecuménico, aunque de ninguna manera encomiable, no es una novedad en la historia de la Iglesia. Piénsese en las objeciones planteadas por el cardenal Cayetano a otro concilio ecuménico, el V Lateranense, 1512-1517. El punto es que la Iglesia hace mucho defecciona debido a la crisis de fe y al colapso de la liturgia, provocado por las deformaciones del Novus Ordo “al límite de lo soportable”. Si no se pone mano a la reforma de la reforma litúrgica, será imposible reconducir los bueyes al establo… El documento menciona las deformaciones, pero este parche es peor que el agujero. De hecho, al afirmar que Benedicto XVI había promulgado el motu proprio Summorum pontificum para traer de vuelta a la Fraternidad sacerdotal de San Pío X al redil no se dice la verdad, como el mismo Benedicto XVI declaró tanto en la carta adjunta a Summorum pontificum como en el libro Últimas conversaciones con [Peter] Seewald: Benedicto rechazó explícitamente tal lectura reductiva de su motu proprio. En cambio, postuló precisamente el enriquecimiento mutuo entre las dos formas del rito romano, o sea “la reforma de la reforma”; no es correcto citar el pensamiento de un pontífice, de un alto prelado, de un teólogo autorizado sin considerar las diferentes fases de su pensamiento. Además, el nuevo motu proprio cita varias frases de Summorum pontificum distorsionando el sentido, pero no menciona aquella en la que Benedicto XVI dice que lo que alguna vez fue sagrado no puede de improviso ser declarado negativo y ser abrogado, porque siempre permanece sagrado. ¿Puede un Papa anular completamente las enseñanzas de sus dos predecesores, uno de los cuales es santo y el otro todavía está vivo? ¿Puede un Papa disponer de la liturgia como si fuera cosa propia? Hemos publicado una intervención traducida sobre este tema en Il pensiero cattolico.


¿Qué cambiará ahora en concreto?

En el documento se apela al pueblo de Dios: ¿pero se ha notado la consistencia de las personas que siguieron Summorum pontificum? Ahora es un mar que atraviesa muchos países del mundo. Entonces, si realmente se preocupa por el pueblo, ¿por qué no se le ha protegido de los innumerables abusos infligidos a la liturgia? ¿Por qué los obispos no vigilaron por la aplicación de la Instrucción Redemptionis Sacramentum, deseada por Juan Pablo II después del Sínodo sobre la Eucaristía para poner fin a los abusos e incluso crímenes contra el Sacramento? Las iglesias incluso se han transformado en trattorias, olvidando lo que prescribe el rito de Dedicación de la iglesia. Sin embargo, la fe y la oración de esa parte del pueblo que es consciente de la presencia del Señor —quien es el único que hace sagrada la liturgia— siempre encontrará formas de expresarse devotamente, justo ahora que la asistencia a la Misa ordinaria toca el punto más bajo en todas partes, mientras que en las Misas del antiguo rito romano aumenta inexorablemente. ¿Se puede detener el agua del mar? Con este motu proprio, sacerdotes y fieles se enfrentan a un caso de conciencia: ¿obedecer la decisión injusta de la autoridad legítima contra la tradición y la caridad pastoral u obedecer a la tradición? No se necesita nunca poner a los fieles frente a estos casos de conciencia que amargan y hacen pensar el querer permanecer en la Iglesia. Ahora se pretende una obediencia absoluta a este nuevo motu proprio, pero ¿cuántos obispos han desatendido Summorum pontificum? Queremos recordar el caso de los obispos (como Plotti en Pisa) que incluso emitieron normas diocesanas que lo contradecían. Otros no han emitido normas, pero en los hechos han obstaculizado su implementación en todos los sentidos en sus diócesis; y la sinodalidad tan a menudo invocada por el actual pontífice, ¿dónde la metemos? Dejo fuera la pregunta, sobre la cual también habló Ratzinger en su momento, si el Papa tiene el poder de cambiar la liturgia; la Constitución litúrgica del Vaticano II en el n. 22 afirma que la Sede Apostólica y los obispos sólo pueden “moderarla”.

Alguien ha hablado de una medida tanto punitiva como restrictiva. ¿Está Usted de acuerdo?

Si así fuere, el documento habría sido preparado por ideólogos y no por pastores. Lamentablemente hay que decir que se impone sin dar motivaciones doctrinales, sino sólo disciplinares. El art. 1 abroga Summorum pontificum y es doctrinal pero sin dar explicaciones; el resto son sólo normas disciplinares o, como dicen hoy, pastorales, para no reconocer la derrota del nuevo rito, que no ha aumentado el número de fieles, ni tampoco las vocaciones. Por lo demás, se han consentido las profanaciones en San Pedro con la pachamama, y no se ha intervenido sobre las derivas litúrgicas y más allá sobre el sínodo alemán. Temo reacciones que desencadenarán procesos disruptivos para la unidad de la Iglesia. Pero Jesucristo lo supera todo y lo hace todo nuevo con su Espíritu: donde lo sagrado renace en los corazones, la reforma de la liturgia comienza una y otra vez. Summorum pontificum contribuyó a esto y con ello el pensamiento y el corazón de Benedicto XVI. Por lo demás, me refiero a las nuevas dubia planteadas por la Declaración del Cardenal Burke y por la intervención del Cardenal Brandmüller, ambas verdaderamente magistrales.

Una reflexión final. El 17 de julio pasado, un artículo en formiche.net afirmaba que la Iglesia ha cambiado, y con ella toda una visión de las cosas. Por ejemplo: ya no es necesario pedir la conversión de los judíos. Entonces la liturgia ha cambiado: se puede ver en el hecho de que el sacerdote ya no celebra, sino el pueblo junto, que el altar es una mesa. Antes había dos Iglesias, ahora ya no; esto quiere decir Iglesia “sinodal”; por tanto, no pidamos más un cambio en la continuidad, ó interpretar así el Vaticano II. Pero, para la doctrina católica, este no es el caso: el sacerdocio es inmutable, celebra Cristo, la Iglesia es jerárquica y el sacerdote celebra en la persona de Cristo cabeza y representa a Cristo en el mundo, porque dijo a los apóstoles: el que os recibe a vosotros, me recibe a mí. Los obispos y sacerdotes han heredado este sacerdocio apostólico. Los abusos son la verdadera causa del anti-concilio. ¿Una nueva liturgia? Solo tiene un futuro quien tiene un pasado. ¿Y entonces no dijo Benedicto XVI en París que en la Iglesia hay lugar para todos?

https://secretummeummihi.blogspot.com/

 

 

Aldo Maria Valli:
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