Parce, Domine:
parce populo tuo!
Joel 2, 17
En estos últimos días, después del tremendo cataclismo que ha azotado la región de Valencia en España, hemos asistido con consternación y horror al deliberado impedimento por parte del gobierno español de cualquier acción de rescate, no solo por parte de los organismos encargados, sino también de voluntarios y ciudadanos. La ausencia de intervenciones oportunas se ha acompañado de la prohibición de prestar ayuda y enviar socorros de emergencia, ofrecidos incluso por estados extranjeros. Las poblaciones afectadas han sido dejadas durante tres días sin comida, sin agua y sin electricidad. Y mientras los supervivientes permanecían aislados junto a los cadáveres de sus seres queridos, con descarado cinismo el Presidente del Gobierno Pedro Sánchez se negaba a declarar el estado de emergencia y respondía a los medios: Si los valencianos necesitan ayuda, solo tienen que pedirla. Los miembros de las fuerzas del orden y de los bomberos han denunciado a sus superiores jerárquicos por haberles dado expresamente la orden de no intervenir. Y en el día del domingo, los Reyes de España y el Presidente se presentaron en el lugar del desastre, siendo duramente cuestionados por su escandalosa ausencia. Sánchez se desvaneció ante la reacción de la población ultrajada, justamente furiosa.
Esto, como ahora admite incluso el mainstream, es el último desastre planificado científicamente por los países subyugados al Foro Económico Mundial, cuyos emisarios en los gobiernos son los principales promotores de la Agenda 2030. El pasado agosto, en la prensa internacional, se anunciaba que el impacto de los vastos proyectos de geoingeniería adoptados oficialmente por Marruecos podría tener un impacto destructivo en las condiciones climáticas de España, y que la comunidad científica había expresado serias preocupaciones y esperaba un seguimiento cuidadoso de los fenómenos meteorológicos en la Península Ibérica. Sabemos que estos proyectos están financiados en gran parte por la Unión Europea y por otras entidades privadas alineadas con la narrativa fraudulenta del cambio climático. También sabemos, por las patentes registradas y por los proyectos difundidos a nivel global, que la siembra de nubes implica la emisión en el aire –y por tanto sobre las personas, en las aguas y en los cultivos– de sustancias altamente tóxicas, como el aluminio, el bario y el estroncio. Además de esto, el programa HAARP – High Frequency Active Auroral Research Program – es ampliamente utilizado como arma no convencional, por el impacto devastador de las altas frecuencias sobre el clima, los fenómenos sísmicos y la actividad volcánica. Los monitoreos realizados en los días previos a la inundación y en las horas en que se producían las precipitaciones muestran anomalías que los expertos reconocen como un efecto inequívoco de intervenciones humanas y no naturales.
España no es, lamentablemente, la primera nación afectada por estos fenómenos provocados deliberadamente. La voluntad criminal de causar el mayor daño posible a las poblaciones es demasiado evidente. Pensemos en la loca gestión verde de los embalses y las presas, casi todos destruidos en los últimos años; o en la de los canales y los cursos de agua, que las normas europeas prohíben dragar y limpiar de troncos y ramas. Y más aún: las imprudentes políticas de destrucción de la agricultura, la ganadería y la pesca, en beneficio de la producción intensiva de las multinacionales; la planificación de hambrunas y sequías mediante la geoingeniería, con el fin de convertir los campos arrebatados al cultivo en instalaciones fotovoltaicas para alimentar los centros de datos con los que controlar cada uno de nuestros movimientos. Las multinacionales se están apropiando de la gestión del agua, con el pretexto del cambio climático, con el único propósito de usarla para los sistemas de refrigeración de los mismos centros de datos.
Todo esto ocurre en todas partes, con el silencio cómplice de una prensa propiedad de los mismos grandes fondos de inversión: BlackRock, Vanguard, StateStreet. Todo está en sus manos: los bancos, las deudas de los estados, la información, la alimentación, la salud, las armas, el mismo aire que respiramos, la misma luz del sol, que cada vez más a menudo vemos oscurecida por una capa de nubes.
Pero a pesar de que esta conspiración contra la humanidad es evidente y hasta admitida por sus responsables –el primero entre todos, Klaus Schwab– se descalifica como teoría de la conspiración cualquier voz crítica, cualquier forma de disenso. La farsa pandémica debería haber mostrado incontrovertiblemente las intenciones criminales de quienes impusieron un suero experimental, sabiendo que provocaría una mutación genética permanente, además de esterilidad, graves efectos adversos incluida la reactivación de tumores y la muerte. ¿Qué nos ha enseñado ese experimento de ingeniería social? ¿Y qué imagen ha dejado de nuestros gobernantes, ahora que sabemos que actuaron deliberadamente contra sus conciudadanos? Criminales al servicio de una élite subversiva cada vez más poderosa e invasiva, cada vez más arrogante y violenta.
¡Queridos Valencianos! ¡Y vosotros, pueblo de toda España! Ante esta inmensa desgracia que os ha golpeado de forma tan brutal y despiadada; ante la traición de quienes deberían serviros y en cambio quieren manifiestamente vuestro mal, os pido que recuperéis vuestra alma católica de la que vuestra nación es heredera, dando prueba de ese vínculo de fraternidad cristiana que nos une con Nuestro Señor Jesucristo al único Padre Eterno. Sed orgullosos testigos de vuestra fe, con esperanza, en la caridad. Recuperad, incluso y sobre todo entre el barro y los escombros, la fuerza para ayudar a vuestro prójimo, que es precisamente la persona que está cerca de vosotros, que está en necesidad. Y rezad: rezad juntos, recitad juntos el Rosario mientras excaváis, mientras recomponéis a vuestros seres queridos fallecidos.
Que la Virgen Santísima de los Desamparados os consuele, os proteja y os dé fuerza. Que el Arcángel San Miguel acompañe al Cielo las almas de quienes han encontrado la muerte en este tremendo cataclismo provocado por criminales al servicio de Satán.
Sabed que estoy espiritualmente cerca de vosotros con la oración. Invoco sobre todos vosotros, queridos valencianos, y sobre todos vosotros españoles, la Bendición de Dios y la Gracia del Espíritu Consolador. ¡Viva Cristo Rey!
+ Carlo Maria Viganò, Arzobispo
3 noviembre MMXXIV a. D.
Tercer día dentro de la Octava de Todos los Santos